Gracias a un diagnóstico precoz y a disponer de mejores tratamientos, la supervivencia de los pacientes con leucemias y linfomas se ha visto prolongada en las últimas décadas, y cada vez más son los pacientes que logran curarse de su enfermedad. Se estima que 1 de cada 5 personas se trata de un superviviente a algún tipo de cáncer. Debido a un incremento en la esperanza de vida de la población, la prevalencia de los largos supervivientes a algún tipo de cáncer se va a incrementar notablemente en las próximas décadas.

A pesar de que la mayoría de los pacientes con un linfoma se recuperan completamente tras completar su tratamiento, un subgrupo de ellos presenta daños físicos y emocionales relacionados con el tratamiento. Además, una vez expuestos a determinados fármacos quimioterápicos o a radiaciones por la radioterapia, estos pacientes están expuestos a desarrollar segundos tumores con mayor probabilidad que la población general.

En la Unidad de Linfomas de la Fundación Jiménez Díaz tenemos un programa de seguimiento especial para los supervivientes de todo tipo de linfomas. Cada paciente recibe un tipo determinado de tratamiento con fármacos que pueden ser tóxicos para el corazón, el pulmón, el tiroides, el hígado o el riñón, por lo que cada paciente precisa de un seguimiento de toxicidades a largo plazo de forma individualizada en función del tratamiento recibido para tratar su linfoma.

Además, La Unidad de Linfomas diseña un programa de hábitos de vida saludable específico para cada paciente, basado en la toxicidad que aún presenten una vez finalizado el tratamiento, las demás patologías que tenga el paciente al mismo tiempo que el linfoma, sus hábitos de vida, etc.